En la última jornada de ajedrez celebrada en nuestro Centro, nuestros
alumnos convivieron con chicos de otros Colegios, todos con una misma
afición: la pasión por el ajedrez. Los padres afirmaban sin duda que el
ajedrez no es sólo un juego, es algo que sobrepasa al simple
divertimento y los beneficios que aporta son siempre positivos, ayudando
a la formación integral de la persona.
Pero lógicamente no olvidamos que, independientemente de los valores
que entraña (respeto al adversario, juego limpio, aprender de los
errores...), la finalidad última es derrotar al adversario, hacerle
jaque mate... Fueron muchos los alumnos de nuestro Centro los que
participaron y todos lo hicieron francamente bien, pero hay que destacar
entre ellos a nuestro Andrés.
Andrés es una persona pacífica, amigo de todo el mundo, sencilla a
los ojos de los demás, pero sorprendió a propios y extraños demostrando
un gran potencial a nivel ajedrecístico. Ganó todas las partidas, y
fueron muchas, porque en su nivel todos jugaron contra todos, sus
últimos rivales lo miraban con cierto temor cuando veían al otro lado
del tablero a este chico que, tranquilo y concentrado, iniciaba su
apertura, organizaba su defensa y comenzaba su ataque.
Un servidor tuvo la suerte de ver muchas partidas, las ganó de muchas
formas, unas fueron rápidas, otras más elaboradas... De entre todas
ellas hubo una que todavía la tengo grabada en la retina:
Jugaba sin duda contra el segundo mejor, el tiempo se le agotaba a
este último, Andrés tenía la Dama y el Rey, y a su adversario sólo le
quedaba el Rey... Empezaron a jugar a toda velocidad y a darle al reloj,
casi a un movimiento cada dos segundos... Ante el ruido de los relojes
la gente empezó a rodear la mesa, habiendo una gran expectación y, antes
de que su adversario perdiera por el tiempo, Andrés mandó la Dama de
una punta del tablero a la otra haciéndole jaque mate... simplemente
espectacular.... Hubo aplausos y lo mejor de todo, se dieron la mano y
su digno adversario manifestó que había disfrutado con la partida...
como todos los presentes... Por eso el ajedrez es tan bonito y esa es su
esencia: el ganador gana la partida y el perdedor admite la derrota y
le sirve para crecer, para aprender de los errores, para superarse...
Para mí personalmente, que no me gusta ni perder al parchís, el ajedrez
es el único juego donde deseo que mi contrincante sea mucho mejor que
yo, porque me sirve para crecer y superarme.
CARLOS JARNE VINACUA
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